Allá por los años 50 empezaron a utilizarse los primeros controles remotos para la apertura de puertas, transmisores muy simples. Enviaban una sola señal y la puerta de garaje, respondía abriéndose o cerrándose. Al volverse las puertas de garaje con apertura remota, la simplicidad del problema planteo un problema, cualquiera podía ir por la calle con un transmisor y abrir cualquier garaje que quisiera. Todos usaban la misma frecuencia y no había seguridad.
En los años 70, este tipo de aperturas se volvió algo más sofisticado, se trataba de un conmutador que se soldaba a una placa base y con 8 interruptores. Variando estos interruptores, se podía controlar el código que enviaba el transmisor. La puerta de garaje solo se podía abrir si el conmutador del receptor estaba en las mismas posiciones que el transmisor. Esto daba un cierto nivel de seguridad, aunque no demasiado. Un conmutador de 8 interruptores solo daba la posibilidad de 256 combinaciones, suficiente para que un grupo de vecinos no se abrieran la puerta pero no era suficiente para dar una seguridad real.
Normalmente un transmisor consistía en dos transmisores y unos cuanto resistores y poco más. Se alimentaban con una batería de 9 voltios, parecida a los que nos podemos encontrar en un walkie-talkie.
Actualmente los dispositivos más comunes que solemos utilizar en nuestro vehículo, son los mandos a distancia que bloquean y desbloquean las puertas. Estos dispositivos son transmisores de radio. Cuando pulsas un botón del mando a distancia, se pone en marcha el transmisor y envía un código al receptor. Dentro del garaje se encuentra el receptor de radio sintonizado a la frecuencia que está usando el transmisor.
Más adelante hablaremos de cómo han evolucionado en seguridad y funcionamiento los mandos a distancia.